Las siete cualidades de todo buen auditor.

Toda empresa que desee implementar un Sistema de Gestión de Seguridad Alimentaria, Calidad, entre otros; debe atravesar por procesos de evaluación o auditoría periódicos tanto internos como externos, para de esta manera poder certificarse con los organismos autorizados.
El auditor, sea interno o externo, debe tener ciertas cualidades que busquen la mejora continua y que sean de gran utilidad tanto para la empresa como para el consumidor, velando por su seguridad y bienestar.
A continuación detallamos las siete cualidades que debemos tomar en cuenta para elegir un buen auditor interno o externo:
1. Empatía: Empatizar es una cualidad primordial para todo auditor, ya que con ello genera y mantiene una buena comunicación. Empatizar es ponerse en el lugar del otro, entenderlo según su propia manera de pensar y de sentir.
Si un auditor no considera como alguien piensa o se está sintiendo, si no sabe lo que a esa persona le importa y lo que no, es muy difícil poder comunicarle adecuadamente cuáles son sus objetivos y lo que busca con este proceso. Por el contrario, al considerar todo esto, la posibilidad de una buena comunicación y que le procesos fluya adecuadamente mejora ampliamente. No olvidemos que si bien estamos auditando un sistema, este está manejado por personas.
2. Comunicación Asertiva: Más que ser un traspaso de información, la comunicación es una circunstancia de estimulación de experiencias internas en otro con comportamientos externos nuestros.
Es decir, cuando alguien le habla a otra persona para compartir con él algún concepto, experiencia o instrucción, lo hace basándose en sus propias ideas, experiencias y objetivos. Cuando se busca comunicar esto, lo que hace no es traspasar sus ideas o experiencias, sino estimular o activar las ideas, experiencias y posibilidades del interlocutor. No hay traspaso de información, las imágenes de las ideas no flotan en el aire desde la boca de quien las “envía” hacia los oídos de quien las “recibe”. Lo que ocurre es que estas ondas de sonido son “percibidas” por el oyente y, basándose en su propia experiencia (que es la única que tiene disponible dentro de sí) las interpreta.
Ya que yo no percibo tus pensamientos ni tu los míos, hablar como si los percibiéramos, sería un error que nos podría llevar a consecuencias no deseadas. Podría darse hasta una completa falta de comprensión y entendimiento. Es así que la mayoría de problemas de comunicación surgen y se mantienen.
Ahora si hablamos sabiendo que quien nos ve y/o escucha no “capta” nuestras ideas, ni emociones sino que se “conecta” con las suyas propias, estimuladas por nosotros, podemos entonces orientar lo que decimos y cómo lo decimos considerando eso. De esa forma podemos lograr lo que buscamos con esa comunicación con mucha más facilidad y mayor probabilidad de éxito.
3. Conocimiento y Experiencia: Es muy importante que el auditor sepa al revés y al derecho todas las normas que aplican al sistema que se desea implementar o auditar en la empresa, y más importante aún es que tenga la suficiente experiencia en el campo para buscar los puntos más importantes al momento de auditar y poder interpretarlos de acuerdo a la realidad que cada empresa y el país donde se encuentre.
Si tomamos en cuenta que en las manos de un auditor está la mejora continua de una empresa y sobre todo el bienestar y la vida de millones de persona que consumen dicho producto o servicio, no sólo el conocimiento importa, debe tener una amplia experiencia en el mercado que le permita adelantarse a los hechos y ser muy objetivo al momento de buscar los punto críticos a ser auditados.
Un auditor experimentado sabe las debilidades y fortalezas de los diferentes tipos de empresas y el estado de su sistema de gestión, es decir, si este es de implementación reciente o es un sistema ya maduro. Esta es la cualidad que catapulta realmente una mejora continua.
4. Liderazgo y Trabajo en Equipo: Mucha veces el auditor no trabaja sólo y tiene a su cargo un equipo al cual debe dirigir. Para ello es imprescindible saber administrar correctamente las competencias personales y profesionales de cada uno y ser capaz de sacarles el mayor provecho en beneficio de la empresa y el consumidor.
5. Planificación y Estrategia: Tanto si el auditor trabaja solo o en equipo una planificación en base a una estrategia previa, que te da el conocimiento y la experiencia, es fundamental para una auditoría exitosa. Recordemos que uno de los “enemigos” más grandes que tienen todo auditor es el tiempo, y por ello ir con un plan de acción establecido es clave.
Un auditor experimentado sabe que a pesar de una planificación, muchas veces se presentan imprevistos, y saber como adaptarse a las nuevas circunstancias, sin alterar el resultado final, es parte de su trabajo.
6. Objetividad: Siempre un buen auditor respalda sus decisiones con hechos y evidencia objetiva auditando el nivel de cumplimiento del sistema mas a no a la persona o personas que manejan un proceso. Se dice siempre que una auditoría es un acto de buen fe, por tanto no debería ser visto como algo malo ni al auditor como un “ogro”, al contrario, una buena auditoría se lleva a cabo en armonía y buen trato.
7. Ética Profesional: Si partimos del hecho que en las manos de una auditor puede estar la vida de millones de personas tanto dentro como fuera de la empresa, la ética y la moral es una cualidad no negociable de todo buen auditor. Bajo ningún concepto un auditor puede ser juez y parte del mismo proceso, es decir, no puede implementar y auditar un sistema en la misma empresa porque pierde objetividad buscando un beneficio económico personal y no el bienestar de la empresa y sus consumidores.